Pintura en rosa

Son cuatro, olorosos y delgados. Cada metro de largo encierra colores y formas definidas, incluso con nombre y apellido.

Arriba a la izquierda hay un avión que desflora las nubes y que se hace triángulo con las alas. Se observan ventanitas: ¿quién se asomará? También están dos torres con faldones redondos sobre la calle de Rubén Darío. Hay verde, y yo diría que se ve el Popo con el copete nevado. En la parte superior, nomás que a la derecha, el World Trade Center: una pareja lo observa desde la azotea.

Abajo, de ese mismo lado, el Monumento a la Revolución con su doble cúpula, rodeado de construcciones que el artista llena de color. Y abajo a la derecha, bien plantada, la Diana Cazadora, arco en mano y mirada al cielo. Atrás de ella la Torre Latinoamericana y aún más atrás una vivienda por la que nadie se asoma.

Un perro escupe el agua de la fuente mientras cuida que nadie se atreva a acariciar el cuerpo de la mujer. En ese mismo cuadro, en la mera esquina inferior, dos signos de admiración que cierran. Conclusión perfecta para una pared rosa mexicano.