No creo en las coincidencias. Todos los días caigo en la cuenta de que, como solemos decir, las cosas pasan por algo: encuentros y desencuentros, personas que llegan y que se van, alegrías y tristezas, nacimientos y muertes.
Sin ser dueña de mi conciencia, un día antes de cada 19 ando cabizbaja, y es que los días 18 remuevo la muerte de mi madre; es más, me pegan más los 18 que los 19.
Antier fue 19, tres años y dos meses después hay algo en mi cuarto de atrás que martilla, prende la chispa y provoca que medio clave el pico.
Ahora, mayo de 2015, cayó en martes. Estaba sentada en mi sillón amarillo con negro, cerré mi computadora y precisamente eché una ojeada al reloj a las 19:19. Curioso. Era ella, con su silenciosa y tierna manera de hacerse presente, aunque todos los días me zumbe en el oído y floree en rosado anturio y olorosa albahaca.
Hasta la próxima.
¡Carajo mano!, fue mi comentario después de leer este Retazo. Es de esas ocasiones en que se agradece la brevedad que deja paso a la hondura..
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Si amorcita.
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Y estoy de acuerdo con papa. Breve pero profundo.
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Un abrazo desde la lejana soledad que nos hace conocidos y empaticos.
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¡Otro abrazo, Sandy!
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¡Precioso!
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😉 beso
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